5.2.2. Segunda expedición al Alto Perú

 Sus objetivos eran reorganizar las fuerzas derrotadas en Huaqui y detener el avance del enemigo. Manuel Belgrano fue nombrado nuevo jefe del Ejército del Norte, pero el Primer Triunvirato, que lo había designado, le ordenó desarrollar una estrategia básicamente defensiva que incluía la retirada a Córdoba sus los realistas amenazaban Tucumán. Belgrano llegó a Jujuy en mayo de 1812 donde se encontró con los restos de un ejército indisciplinado y desanimado. La mayoría de los hombres estaban semidesnudos, sin armas y atemorizados.

Manuel Belgrano

Comenzó entonces una ardua tarea de reorganización, sin recibir al principio ningún apoyo del gobierno de Buenos Aires, ya que estaba más preocupado por la situación en la Banda Oriental. Ante las noticias de un avance enemigo, el Triunvirato ordenó que se replegara hacia Tucumán y el 23 de agosto de 1812, con el apoyo del pueblo, Belgrano puso en práctica el llamado “Éxodo Jujeño”, un plan que dejaba al enemigo solamente tierra arrasada. El éxodo había comenzado y los jujeños, a pie, en carretas o a lomo de mula, avanzaron hacia Tucumán adonde llegaron después de recorrer 250 kilómetros en cinco días. Cuando los españoles entraron en Jujuy no había cosechas ni algún comestible o útil porque todo había sido quemado.

Exodo Jujeño 
Siguiendo a las tropas revolucionarias, el general realista Pío Tristán avanzó hacia el sur y tuvo un breve encuentro con la retaguardia del ejército de Belgrano en el combate de Las Piedras, en el que los realistas fueron vencidos. Belgrano continúo la retirada hacia Tucumán donde llegó el 13 de septiembre de 1812 y allí decidió enfrentar al enemigo, en las afueras de la ciudad, pero recibió la orden del Primer Triunvirato de retirarse, sin hacer frente al enemigo. Pero de todos modos el 24 de septiembre se produjo la batalla de Tucumán, debido a que Pío Tristán continuaba su avance, confiado de su superioridad numérica, de armas y de experiencia. El ejército del Belgrano estaba compuesto por la inferior cantidad de 1.800 hombres, en cambio, el de Tristán tenía 3.000 soldados y, estos muy bien entrenados. Entonces, el gobierno de Buenos Aires reiteró la orden de retirada, pero Belgrano decidió desobedecerla y dar batalla. Encontró gran apoyo en el pueblo tucumano que preparó la defensa de la ciudad y esperó a los realistas, que fueron tomados por sorpresa, derrotados y con graves pérdidas de vidas y material bélico, el ejército realista se retiró a Salta, mientras Belgrano reorganizaba sus fuerzas en Tucumán.

Batalla de Tucumán 

 


Después del triunfo obtenido en la batalla de Tucumán, el 24 de Septiembre Belgrano insistió ante el Gobierno de Buenos Aires para obtener los medios que le permitieran continuar con la ofensiva sobre Salta, donde se encontraba Tristán, al frente de otros tres mil hombres. Belgrano aprovechó el tiempo para dar instrucción a su tropa, utilizó el armamento dejado por los españoles en la derrota de Tucumán y recibió una guarnición de cuatrocientos soldados de Buenos Aires y algunos fusiles. Sus fuerzas sumaban aproximadamente el mismo número que las del enemigo. El 12 de enero de 1813, cuando consideró que estaba en condiciones, marchó hacia Salta y el día 19 ya se encontraba a 5 kilómetros de la ciudad. En el camino hizo jurar obediencia a la Asamblea Constituyente en el río Pasaje, que desde entonces se llamó Juramento. Entre los jefes de las distintas columnas estaban Manuel Borrego, Juan Superí, Carlos Forest, Francisco Pico, Benito Álvarez y Díaz Vélez. Belgrano, que se hallaba muy enfermo, seguía a su ejército en una carreta tirada por caballos. La batalla comenzó el día 20 en horas del mediodía y las fuerzas realistas fueron obligadas a retroceder hacia la ciudad, hasta que aceptaron su derrota y pidieron permiso para salir de Salta. Belgrano aceptó bajo la promesa de que no volverían a tomar las armas contra las Provincias Unidas del Río de la Plata. Como resultado del triunfo, se fortalecieron la Revolución y el Gobierno de Buenos Aires, mientras que el jefe del ejército realista, el general José Manuel de Goyeneche fue sometido hasta que pidió su renuncia.

Batalla de Salta

Después de esta victoria, Belgrano fue presionado por el Primer Triunvirato para que avanzara hacia Potosí y asegurara la región. Pero la partida fue demorada a causa de las pobres condiciones del ejército. Por fin llegó a Potosí en junio y, en septiembre se instaló en la Pampa de Vilcapugio a la espera de refuerzos, pero el 1º de octubre de 1813 sufrió una derrota, donde Belgrano fue atacado por sorpresa por los relistas. La batalla comenzó a la mañana; participaron alrededor de 3.500 soldados patriotas y un número equivalente de realistas y, en horas de la tarde, el ejército de Belgrano ya había sido derrotado, fue una masacre. El ejército vencido continuó su marcha hacia la pampa de Ayohuma donde nuevamente fue derrotado.

Vilcapugio

Ayohuma





Como consecuencia de estas dos derrotas ya no hubo esperanzas de recuperar el Alto Perú y Belgrano fue relevado. San Martín asumió el mando del ejército del Norte a principios de 1814 y, siguiendo el consejo de Belgrano, encomendó la defensa de Salta a las fuerzas irregulares de Güemes, mientras él se fortificaba en Tucumán. Por su parte, para ese entonces, los realistas tampoco se encontraban en una situación ideal. No podían continuar la marcha más al sur de Salta por la presencia de las tropas criollas dirigidas por Arenales y Warnes que amenazaban seriamente su retaguardia, mientras la caballería gaucha mantenía confinado a Pezuela en la ciudad de Salta. Cuando se produjo la rendición de Montevideo, Pezuela decidió retirarse de Salta, en julio de 1814, y desde ese momento los realistas perdieron la iniciativa estratégica en la región.

 

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