5.2.1.Primera expedición al Alto Perú

Se la llamó Expedición Auxiliadora al Alto Perú y sus objetivos eran acabar con la resistencia española en Córdoba, extender la Revolución y buscar el reconocimiento de la Junta en los pueblos de la región. Las tropas patriotas enviadas estaban compuestas por aproximadamente 1.200 hombres, muchos de ellos voluntarios, comandados por el coronel Francisco Ortiz de Ocampo. Como segundo jefe iba Antonio González Balcarce y, como representante de la Junta, Hipólito Vieytes.

Antonio González Balcarce




Hipólito Vieytes

Ortiz de Ocampo
La expedición partió de Buenos Aires el 13 de julio de 1810 y llegó a Córdoba a principios de agosto. Pero ya el 31 de julio los jefes realistas de Córdoba huyeron hacia el Alto Perú debido a que su ejército de había deshecho totalmente. El 6 de agosto se había logrado capturar a Liniers en las sierras de Córdoba y luego, al día siguiente a demás jefes, a quienes se los remitió a Buenos Aires contrariando la orden de ejecución, pero el 26 de agosto en Cabeza de Tigre fueron alcanzados por la nueva conducción política del Ejército del Norte enviada por Moreno, Castelli ordenó el fusilamiento inmediato de Liniers junto con el gobernador de Córdoba del Tucumán, Juan Gutiérrez de la Concha, el teniente gobernador Victorio Rodríguez, Santiago Alejo de Allende y Joaquín Moreno, perdonándose al obispo Rodrigo de Orellana, que fue enviado preso a Luján. Allí terminó con la resistencia dirigida por Santiago de Liniers, quién junto con otros jefes complotados fueron fusilados por Domingo French.
Allí termino con la resistencia dirigida por Santiago de Liniers, quien fue fusilado en Cabeza de Tigre junto con otros complotados. Como Ocampo había cuestionado la orden de fusilamiento, fue reemplazado en la jefatura por Balcarce, en el lugar de Vieytes se designó a Juan José Castelli y Juan José Viamonte pasó a ser el segundo jefe de González Balcarce.
Fusilamiento de Liniers en Cabeza de Tigre




Las tropas continuaron su marcha hacia el Alto Perú donde la situación era complicada: como Quito también se había levantado contra el poder español, el virrey del Perú, José Fernando de Abascal, no pudo enviar refuerzos a la zona. El Mando del ejército realista quedó en manos del general José Manuel de Goyeneche, secundado por el general Vicente Nieto, el gobernador intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, y el general José de Córdova.

El 27 de octubre de 1810 se produjo el primer encuentro en la batalla de Cotagaita entre las tropas criollas que formaban parte de la Expedición al Alto Perú, y las fuerzas realistas. El escenario fue la ladera de Cotagaita, a 400 kilómetros al norte Jujuy. Los criollos, comandados por el general Antonio Balcarce, no pudieron frenar a las fuerzas españolas del general José de Córdova y debieron replegarse hacia el río Suipacha. El 7 de noviembre de 1810 los dos bandos volvieron a enfrentarse y, en una batalla que duró apenas madia hora, las fuerzas de Balcarce derrotaron a los españoles en la primera victoria lograda por la Revolución. Los jefes realistas Nieto, Córdoba y Sanz habían sido tomados como prisioneros y luego fueron fusilados.

Como consecuencia del Triunvirato, las Intendencias del Alto Perú reconocieron a la Junta de Buenos Aires, los realistas se replegaron hacia el norte y los revolucionarios avanzaron hasta Potosí, donde permanecieron durante dos meses. Ese tiempo fue aprovechado por los realistas para reorganizar sus fuerzas, mientras el ejército revolucionario permanecía estancado, falto de instrucción, de armas y afectado por las disidencias entre sus jefes. Además, las tropas criollas provocaron la hostilidad de las poblaciones locales por la pesada carga que significa sostenerlos y a causa de abusos cometidos por algunos soldados.

El 20 de junio de 1811 tuvo lugar la batalla de Huaqui, en la región entre el lago Titicaca y el río Desaguadero (límite entre el Virreinato del Perú y el del Río de la Plata). Este combate resultó una derrota para las fuerzas patriotas y por sus graves consecuencias se la conoce como “desastre de Huaqui”. Juan José Castelli, delegado de la Junta en el Alto Perú, se había hecho cargo del mando del Ejercito Auxiliar y suscribió una tregua con el general realista José Manuel Goyeneche, pero que luego fue violada por los dos jefes. Los patriotas disponían de seis mil hombres que formaban los distintos batallones dirigidos por Castelli, el general Antonio González Balcarce, el coronel Juan José Viamonte y el coronel Eustaquio Díaz Vélez. La mayor parte de los soldados que formaban el ejército patriota eran indígenas reclutados en el Alto Perú, con la promesa de hacerlos libres de la servidumbre en que los tenían los españoles carecía de entrenamiento, armas y equipo, estaban mal dormidos y peor aún mal alimentados, por lo que ofrecieron escasa resistencia. En cambio, el ejército español estaba formado por alrededor de ocho mil profesionales bien entrenados. El enfrentamiento comenzó a la madrugada, se prolongó durante más de cinco horas y en su transcurso muchas divisiones criollas huyeron en medio del desorden y el pánico. La derrota fue el primer paso en la pérdida del territorio del Alto Perú y dejó expuesta la frontera norte.

Después del desastre y la posterior fuga, muchos soldados del ejército patriota asaltaron las aldeas en busca de alimento y refugio provocando la cólera y el rechazo de los pobladores; otros agraviaron los sentimientos religiosos de los alto peruanos. La derrota de Huaqui significó la dispersión del ejército libertador y el principio de la pérdida del Alto Perú. Castelli, por su parte, en su regreso fue enjuiciado a su regreso a Buenos Aires.


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